viernes, 17 de abril de 2009

Del pensar y otros dolores

Ayer, mientras impartía un examen oral en la universidad, me di cuenta de las "vainas" que trae el pensar. Un estudiante -futuro filósofo aunque estudie administración- comentaba lo que le había impresionado del curso que llegaba a su fin. Exponía el mancebo el hecho de que ahora se conoce mejor y que fue buscando en su modo de proceder, de relacionarse con los demás y el mundo, aquellas cositas que entraban dentro del rango de una relación no saludable. Es evidente que me sentí bien como profesor al ver que el mismo "pensar" sobre el curso se repetía una y otra vez entre los allí presentes. La estrategia pedagógica fue simple esta vez: partir de sus necesidades y responder a ellas; dejar atrás las exigencias de un programa frío y anacrónico y partir de lo que el grupo demanda. La estrategia oculta fue simple también: en cada momento ir desarrollando, a través de los ejercicios, su capacidad de pensar y autorreflexión. Ahora estos muchachos y muchachas -aunque no estén con don Bosco- aprendiendo algo de sí mismos y son mejores pensadores: he ahí el objetivo de toda educación.