miércoles, 25 de marzo de 2009

Japòn, el clàsico y los dominicanos (II)

Es una cuestiòn polìtica no desarrollar el pensamiento en las aulas. Desde antes de Trujillo se aniquilò cualquier esfuerzo pedagògico en este paìs, en esa macabra empresa hay responsables: unos cuantos apellidos de èlite. Reprocho a la generaciòn pasada su falta de futuro; reprocho a la generaciòn presente su inmediatismo (¡Brugal es pasarla bien!). Pero hay una cuota individual en todo este asunto: si bien las condiciones socioeconòmicas son un factor, el deseo, la capacidad de soñar y el afàn constante por hacer las cosas bien; eso es individual. La naturaleza es una mala madrastra, apenas nos exige sin mirar el fruto de nuestro esfuerzo; la razòn es una madre exigente (tirànica a veces) que busca siempre la perfecciòn del ser. Soy de los que piensa que en el Caribe se vive desde la naturaleza (el hedonismo sensual que nos aniquila tambièn es nuestro orgullo!), muy poco desde la razòn. Un ejemplo de ello: cualquier viernes en la noche, en cualquier esquina.