viernes, 20 de marzo de 2009

Amor líquido (II)

"Eros no sobrevive a la dualidad". Si el amor es entrega, es evidente que esta ha de ser gratuita, si pretende no contradecirse a sí misma. En ese sentido, el amor no acepta ambigüedades, el poder lo contradice y, como poder, la posesión también le es ajena. Entonces frases tan populares como "amor mío", "cielo mío", resultan ser peligrosas si la fe en el otro no es bastante como para alejar el fantasma del poder en el amor. El amor supone la autonomía del otro, el respeto al otro en su integridad física y psicológica. Por tanto, se convierte en cliché el "sin ti me muero", "sin ti no puedo vivir".... Eric Fromm estaba claro al entender el amor como dos autonomías, dos individualidades, que se "juntan" en una sola sin perderse, manteniendo cada una su libertad, su integridad, sin fusiones. De este modo pasamos de un amor romántico (idilio inexorable de deseos ocultos) a un amor confluente (Giddens) en donde las autonomías individuales no se marchitan, sino que se posibilitan y se respetan. Creo en Levinas cuando dice que "eros es una relación con la alteridad", una relación en libertad que potencializa las autonomías y la entrega.